Después de haber pasado unos días de
montaña decido que es tiempo de hacer una pequeña pausa en el viaje y que unos
días de total descanso me caerían bien, así que pongo mi atención en la bahía
de Tailandia, al sur de Camboya, en donde existen playas de reputada belleza.
así que luego de haber conquistado las montañas me decido bajar a las playas,
esta vez no será a bordo de la bicicleta tragando polvo, será en un bus con
aire acondicionado hasta la capital, en donde pase un par de días antes de ir en
busca del océano, viendo los mapas locales decido dar una oportunidad mas a las
carreteras de este país, y me embarco sobre Dharmachakra en dirección de Kapot,
pero pronto me encuentro con una carretera en construcción y muy traficada, mi
memoria guarda muy fresco lo que significa este tipo de carreteras, paro al
borde de la pista, me tomo un coco, descanso un poco, y monto en una combi
llena de locales que le dejara en el destino programado ahorrándome un día de
estadía en estas pistas, desde este punto retomo la bicicleta en dirección de
las playas, así que decido echar un vistazo a la reserva natural de Ream, al
borde de la playa, luego de preguntar por la playa más recóndita, y luego de
recorrer una pista de 6 Km. de arcilla y arena, llego a lo que fue mi pequeño
paraíso durante 5 noches, una playa desierta, de arena blanca rodeada de la
flora y fauna del parque nacional, y digo es aquí que me quedo, empujando la
bicicleta sobrecargada a lo largo de la playa hasta encontrar mi base, un pino
de una ventena de metros y no antes de un baño en el océano instalo la
carpa y la hamaca que me acompaña desde el sur de Laos, así paso los primeros
dos días al abrigo de este árbol, lecturas en la hamaca, baños varios desde el
amanecer a la puesta de sol en una playa de la cual soy la única alma, si no
contamos a las numerosas águilas que por momentos me dan sombra durante mis
baños, al cabo de 3 días se acaban mis provisiones y me digo de ir a la ciudad
turística para pasar unos días, desmonto el campamento y dejo la playa, pero al
cabo de 6 Km. encuentro un mercado que me permite tirar por la borda mi visita
la industria turística de las playas de Camboya, me abastezco de cuanto puedo
para pasar 2 días más en esta playa, doy media vuelta, y me regalo tres días ,
dos noches de este pequeño paraíso. En que los días desde mi hamaca empiezan
con el sol naciente a mi siniestra y el poniente a mi diestra, fogatas
nocturnas a ritmo de la música del mundo. Lecturas arrulladoras, y experiencias
como chef de un restaurante para sobrevivientes de un naufragio.
Luego de cinco días en este paraíso me
dirijo a conocer Sihanucville, la ciudad turística rodeada de bellas playas
desbordadas de gente, restaurantes, abuelos sonrientes llevando de la mano a
sus bellas conquistas de 20 años, el mercado del sexo y la industria del
turismo. el más grande placer que me ofrece esta ciudad es mi reencuentro con
el agua dulce. así bronceado y dejando atrás la arena y el sol, me dirijo sin
escalas a visitar el complejo de templos de Angkor . Con el mejor espíritu y la
mayor de las disposiciones.
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1 comentario:
Guau!!!! brunito me quede perdida flotando en esa historia, esa hermosa playa de tailandia.....imagino el agua del mar calientisima........ que rico!!!!!!
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